lunes, 30 de noviembre de 2009

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FOBIA

es un trastorno de salud emocional que se caracteriza por un miedo intenso y desproporcionado ante objetos o situaciones concretas como, por ejemplo, a los insectos (entomofobia) o a los lugares cerrados (claustrofobia).



También se suele catalogar como fobia un sentimiento de odio o rechazo hacia algo que, si bien no es un trastorno de salud emocional, sí genera muchos problemas emocionales, sociales y políticos (véase xenofobia, es decir, el odio a los extranjeros o extraños). Las terapias psicológicas, que pueden ser beneficiosas para las personas que padecen fobia son: la técnica de "inmersión" o las terapias graduadas de exposición, entre las que se encuentra la Desensibilización Sistemática (DS).


Todas estas técnicas se enmarcan en el enfoque de la terapia cognitivo-conductual (TCC). En algunos casos, también pueden ser de ayuda los medicamentos ansiolíticos. La mayoría de las personas que tienen fobias entienden que están sufriendo de un miedo irracional o desproporcionado, aunque este reconocimiento no impide que sigan manifestando esa intensa reacción emocional ante el estímulo fóbico.






La exposición graduada y la TCC trabajan con la meta de desensibilizar a la persona y de cambiar los patrones de pensamiento que están contribuyendo a su miedo. Las técnicas basadas en la TCC son a menudo eficaces, siempre y cuando la persona con este problema esté dispuesta a someterse a un tratamiento que puede durar algunos meses (en ocasiones semanas).


Hay otras orientaciones terapéuticas, como el psicoanálisis o la programación neuro-lingüística (PNL) que abordan estos problemas clínicamente, pero sus resultados no se han verificado científicamente.



Limite de la personalidad


Consiste en un patrón generalizado de inestabilidad en las relaciones personales, la propia imagen y las emociones, así como una marcada impulsividad. Suele comenzar en la adultez temprana.


Se caracteriza por cinco o más de os siguientes rasgos:

1. Intensos esfuerzos por evitar un abandono real o imaginario. Es decir, tienen un miedo muy intenso a ser abandonados por la persona que aman (o cualquier persona importante para ellos) y suelen reaccionar con una ira inapropiada o pánico cuando tienen que separarse, aunque sea sólo durante un tiempo limitado. Por ejemplo, cuando alguien llega tarde a una cita o tiene que anularla lo interpretan como un indicio de posible abandono o traición y reaccionan de forma muy intensa.

2. Relaciones interpersonales inestables, caracterizadas por la alternancia entre la idealización de la otra persona y su desvalorización total. Es decir, pueden llegar considerar a otra persona un ser maravilloso y excepcional en el primer o segundo encuentro, sienten unos sentimientos muy intensos hacia esa persona, desean estar a su lado y recibir su atención continuamente, le exigen mucho a nivel emocional y desean compartir los detalles más íntimos desde el principio de la relación. Sin embargo, si esta persona no cumple con esas altas expectativas, lo cual suele suceder, pueden pasar fácilmente al extremo opuesto, pensando que en realidad no le importan nada a esa persona, que les ha traicionado y que es decepcionante o mala persona.

3. Problemas de identidad: tienen una auto-imagen o sentido del yo marcadamente inestable. Cambian bruscamente sus metas, valores, aspiraciones profesionales, opiniones, tipos de amigos; no tienen claro lo que desean ni tienen una identidad definida, sino que cambian en función de las influencias externas. Cuando les falta una relación de amor y apoyo, pueden incluso sentir que no son nada o no existen en absoluto.


4. Impulsividad al menos en dos áreas en las que pueden perjudicarse a sí mismos. Por ejemplo, pueden gastar el dinero de forma irresponsable, comer compulsivamente, abusar de sustancias, practicar sexo no seguro, conducción temeraria, etc.

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Se estima que este trastorno es causado por una variedad de factores. Muchos son de índole genético, heredados de algún miembro de la familia que ya los padeció. Pero también el entorno de la persona, especialmente el de los familiares directos, tiene mucha importancia en su posterior desarrollo. Los investigadores también consideran que existen factores biológicos que pueden contribuir en su progreso. La manifestación de procesos químicos anormales en el sistema nervioso y posibles daños en las partes del cerebro que atañen a la toma de decisiones pueden llegar a despertar un comportamiento impulsivo y agresivo. El abuso de estupefacientes también puede ser una de las causas de TPA.


Si bien la sociopatía es más común entre los hombres que en las mujeres, no existen barreras de ninguna clase para padecerlo. Pero para ser diagnosticado, la persona debe tener al menos 18 años de edad aunque, por lo menos, desde los 15 años ya puede presentar algunos síntomas para que el trastorno sea dictaminado con precisión.

Entre las características más comunes del TPA se encuentran la ausencia de empatía y remordimiento, también una visión de la autoestima distorsionada, una constante búsqueda de nuevas sensaciones (que pueden llegar a extremos insólitos), la deshumanización de la víctima o la falta de preocupación a las consecuencias. El egocentrismo, la megalomanía, la falta de responsabilidad, la extroversión, el exceso de hedonismo, altos niveles de impulsividad, o la motivación por experimentar sensaciones de control y poder también son muy comunes. Este tipo de psicosis no se relaciona con ataques de pánico o con esquizofrenia.

Las personas con trastorno de personalidad antisocial no logran admitir que están frente a un problema que debe ser tratado. Es por ello que es fundamental que exista un estímulo externo que les permita aceptar dicha condición. Puede venir desde la propia familia como también desde la justicia, que le ordene un tratamiento en vistas de los problemas que le puede acarrear.

Este trastorno puede agravarse, en algunos casos, especialmente cuando la persona a tratar tiene como hábito el consumo de drogas. Muchos tipos de terapia pueden colaborar a sobrellevar de mejor modo la enfermedad. La terapia grupal puede ser clave para hacer entender a la persona que puede interactuar con los demás sin necesidad de violencia o desprecio. La terapia de comportamiento cognitivo y la terapia de modificación pueden contribuir a alterar los patrones problemáticos de pensamiento que el tratado posee y a estimular los comportamientos positivos en sociedad.


Dentro de la órbita psiquiátrica, los medicamentos se usan para combatir síntomas específicos, como la agresividad y la irritabilidad. Los fármacos conocidos como “antipsicóticos” han demostrado tener éxito en el tratamiento del trastorno. Si bien se presupone que el TPA es una enfermedad crónica, algunos síntomas -especialmente el comportamiento criminal- pueden ir disminuyendo con lentitud con el paso del tiempo y un tratamiento adecuado.

ESQUIZOIDE


Los individuos que lo padecen tienen un gran distanciamiento de las relaciones sociales y una restricción de la expresión emocional. Puede aparecer durante la infancia o la adolescencia aunque se suele diagnosticar en la edad adulta. Su prevalencia se estima en menos del 1% de la población.


Los criterios DSM IV para el trastorno esquizoide de la personalidad son:[1]

  • No desean ni disfrutan las relaciones interpersonales
  • Realizan actividades solitarias
  • Tiene escaso o ningún interés en tener experiencias sexuales
  • Disfrutan haciendo pocas o ninguna actividad
  • Hay pocos amigos íntimos o de confianza
  • Existe una indiferencia tanto a los halagos como a las críticas
  • Hay una frialdad emocional, distanciamiento o aplanamiento afectivo


Las personas con personalidad esquizoide son vistos como distantes, fríos e indiferentes, lo que les causa algunos problemas sociales, pudiendo sufrir acoso en los diversos planos de su existencia, escolar, laboral, familiar, y en general una devolución social de su indiferencia. La mayor parte de estos individuos tienen dificultades estableciendo relaciones personales o expresando sus sentimientos de una manera significativa, y pueden permanecer pasivos en situaciones desfavorables. Debido a la falta de comunicación con otras personas, aquellos diagnosticados con trastorno esquizoide pueden no tener un reflejo claro de ellos mismos y saber qué tal se llevan con otros. El reflejo es importante para que sean más conscientes de sí mismos y de sus acciones en entornos sociales. Su mundo interior les resulta suficiente y sus ideas las consideran de valor objetivo, siendo capaces de llevar direcciones opuestas a las de la normalidad grupal de su entorno y de desafiarlas. Existe una fobia grupal característica.


El trastorno esquizoide de la personalidad comparte varios aspectos con la depresión, el trastorno de personalidad por evitación y el Síndrome de Asperger, y puede resultar difícil distinguirlos entre si. Sin embargo, existen características diferenciadoras importantes:

  • Mientras que las personas con trastorno esquizoide puede sufrir depresión, éste no siempre es el caso. Contrariamente a las personas con depresión, las esquizoides no suelen considerarse inferiores a los demás, aunque seguramente reconocerían ser diferentes.
  • Contrariamente al trastorno de personalidad por evitación, aquellos afectados por trastorno esquizoide de la personalidad no evitan las relaciones sociales por ansiedad o sentimientos de incompetencia, sino porque son realmente indiferentes a las relaciones sociales.
  • Contrariamente al síndrome de Asperger, el trastorno esquizoide de la personalidad no implica ningún impedimento en la comunicación no verbal (ej. falta de contacto visual o entonación inusual) o patrones de intereses restringidos o comportamientos repetitivos (ej. adherencia estricta a rutinas o rituales, intereses inusualmente intensos en un único tema). Por el contrario, las personas con personalidad esquizoide son típicamente más indiferentes respecto a sus actividades. El trastorno esquizoide de la personalidad no afecta la capacidad de expresarse o comunicarse eficazmente con otros, y no se considera relacionado con ningún tipo de autismo


LA DEPENDENCIA




La dependencia es la situación de una persona que no puede valerse por sí misma.



Es un grado elevado de discapacidad y disfuncionalidad que obliga al concurso, a la intervención, a la ayuda, al auxilio, al soporte y al cuidado personal por terceros. Hay diferentes grados y cualificaciones de la dependencia (física, mental, psicológica, económica, social, cultural).



Las habilidades funcionales se definen como aquel conjunto de destrezas que se requieren para llevar una vida independiente y que poseen las personas para desenvolverse por sí mismas en su entorno próximo. La independencia es la situación de un país que no está sometido a la autoridad de otro.

Su relación con otra persona se basa en la necesidad excesiva de aprobación:

Vive preocupado por caer bien, incluso a personas que ve por primera vez o desconocidos.

Se empeña en lucir una buena apariencia.

Expresa de distinta manera sus demandas de atención y afecto: haciendo regalos o favores que no le piden, preocupándose y estando pendientes de los demás, etc.


NARCISTA



Se trata de una serie de rasgos de la personalidad narcisista. Sin embargo, el narcisismo puede también manifestarse como una forma patológica extrema en algunos desórdenes de la personalidad, como el trastorno narcisista de la personalidad, en que el paciente sobreestima sus habilidades y tiene una necesidad excesiva de admiración y afirmación.






Estos desórdenes pueden presentarse en un grado tal, que se vea severamente comprometida la habilidad de la persona para vivir una vida feliz o productiva al manifestarse dichos rasgos en la forma de egoísmo agudo y desconsideración hacia las necesidades y sentimientos ajenos.

Existe además el narcisismo patológico, diagnóstico de uso habitual en psiquiatría y de connotaciones negativas.



Éste designa una rasgo de la personalidad, caracterizado por una baja autoestima acompañada de una exagerada sobrevaloración de la importancia propia y de un gran deseo de admiración por los demás. En la DSM-IV, (manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales de la Asociación Psiquiátrica Americana, cuarta edición) existe un su apartado dentro de los trastornos de personalidad denominado Trastorno narcisista de la personalidad, (NPD), entendiéndose tal como una disfunción grave de personalidad.